viernes, 14 de septiembre de 2007

DIOS UNA EXPERIENCIA TRASCENDENTE Y MUNDANA.

Nuestra reflexión partirá de de la propuesta que nos hace Leonardo Boff en su documento “Testigos de Dios en el Corazón del Hombre”. En este texto encontramos una problemática que se presenta cuando queremos abordar el tema del misterio de Dios, y es que a Dios le queremos dar imágenes que caen en dos extremos, el total trascendentalismo y la concepción absolutamente inmanente de Dios. Pues bien, frente a esta problemática queremos presentar en primer lugar nuestra posición, nuestras confrontaciones y porque no también los cuestionamientos que este complejo planteamiento suscita en nosotros. Es evidente que no olvidaremos la nueva propuesta de Leonardo Boff, la cual la analizaremos con mayor profundidad. Es importante reconocer que el hombre a través de la historia ha buscado materializar a Dios de alguna manera, por esta razón se busca designarle una imagen a nuestro Dios. Desde el momento en que buscamos esta representación de Dios ya empezamos a caer en un reduccionismo o extremo fundamentalista. Lo que queremos decir es que cuando encasillamos a Dios en una representación pareciera que le estamos delimitando la acción de Dios. No dejamos que Dios sea Dios. Hacemos un dios prefabricado, que responda a nuestras necesidades y sobretodo llegamos al punto de convencernos de nuestra propia creación. Así mismo, somos intransigentes a la hora de comprender a Dios en su multiplicidad, o sea, creemos que si Dios es Padre no puede ser madre y que las facultades, valores incluso sentimientos solo serán los del padre porque los de la madre no corresponden a un dios poderoso y omnipresente, frente a esto es valido pensar que Dios no es la imagen de un padre, sino el padre es la imagen de Dios. En este orden de ideas, es necesario salir de nuestra única concepción de exclusivizar a Dios a una imagen. Ahora bien, no descalificamos que el hombre moderno es hábido de representaciones materiales y que lo que no es comprobado o medianamente representado por otra circunstancia es difícil de concebir como real. En cuanto a esta problemática el hombre debe reconocer que así como le es más fácil comunicarse con la ciencia y la praxis también tiene la capacidad de desenvolvimiento en si mismo, de ir a su interioridad y sentir una experiencia que no está ni estará al alcance de un método científico. El hombre está llamado a descubrir en su existencia la posibilidad de un Dios que se hace evidente en sus experiencias, que acontece en su historia y en su presente. Esta concepción no es de corte racional, se sale de los lineamientos de la ciencia no por simple argumentación sino porque para adentrarnos en el misterio de Dios vamos hacia nuestra profundidad, hacia el encuentro con nuestro yo, y en esta dinámica no se descalifica ni a la ciencia, ni al razonamiento simplemente es otro estado de nuestra existencia. Ahora bien, en este encuentro con el Misterio de Dios caemos en extremos, que es lo que ocupa nuestra reflexión. Por una parte, concebimos a Dios desde una imagen profundamente trascendente. En esta designación calificamos a Dios de omnipresente, de omnipotente, facultades que no descalificamos pero que si nos limitamos a estas realidades se hará evidente un Dios alejado de los hombres un “Dios extraño al mundo y no experimentable”.[1] Por otra parte, encontramos la perspectiva de inmanentismo, en la cual caemos en una exageración de la apropiación de Dios en el mundo quitándole a éste su condición natural. En Otras palabras, no dejamos que el mundo actúe desde su propia realidad. Es válido aclarar que Dios hace parte de esta mundanidad, en especial para en Cristianismo con la encarnación de Hijo de Dios y sobretodo que el escenario más directo de acontecer y suceder de Dios es el mundo. En lo que no podemos caer es en la radicalidad de convencernos que Dios esta tan arraigado en el mundo que no trasciende de él. Como hemos dicho anteriormente Dios se refleja en la realidad del mundo, esta condición es propia de nuestra creencia, no obstante, no limitemos esta experiencia de Dios a nuestra realidad más cercana. Nos atrevemos a asegurar que el descubrimiento o mejor la revelación del misterio de Dios si se da en los acontecimientos de nuestra realidad mundana pero esto nos debe conducir a un estado fuerte de interiorización y de descubrir mejores formas de interactuar con nuestra realidad, en otras palabras damos paso a nuestra comberción. Frente a estas dos circunstancias, Boff nos hablara de una experiencia intermedia que él la llama “transparencia”, la cual consiste en una categoría que equilibra el Dios trascendente con el Dios inmanente. Pero nuestro objetivo no es presentar la postura de Boff, sino la nuestra frente a su planteamiento. En esta medida, creemos en primera infancia que la búsqueda del equilibrio el la experiencia de la relación hombre – Dios es sumamente trascendental paro no caer en fundamentalismo que como ya lo dice la historia nos han traído sólo nefastas consecuencias. Es importante rescatar en nuestro comino de Fe y de experiencia de Dios la creencía de un Dios que se manifiesta, que se desenvuelve en nuestra historia, se anonada en la humanidad. Pero que no se limita a esta realidad, sino que se acerca al hombre en sus condiciones para que éste le descubra y experimente en su propio ser y en la realidad que le circunda la existencia inefable de Dios. Por último, quisiéramos señalar que dado la coyuntura de la posmodernidad con la creencía en Dios no se trata de un simple alejamiento de una realidad divina, sino más bien, de una realidad que avanza tan abismalmente apresurada que crea una imagen de dios a su manera o también que no repara en estas circunstancias. No obstante, desde nuestra visión Dios si acontece en esta realidad y en muchas otras con diferentes características. Creemos, en últimas, que Dios lo hace desde la transparencia equilibrando su condición trascendente con su mismisidad y mundanidad en nuestra realidad.
[1] BOFF. Leonardo, “testigos de Dios en el corazón del Hombre”

DIOS HOY- ¿Problema o Misterio?(1)

1] En nuestra sociedad moderna ha ido cambiando el concepto de Dios, y sus diversas concepciones acerca del conocimiento de Dios. Igualmente ha existido la gran influencia de vivir en una sociedad occidental, en la cual todo lo que se piensa, de dice o se hace algo en la vida práctica, es desde la razón en que necesitamos pensar para hacer las cosas, no quiere decir que el pensamiento, el razonamiento sea malo, sino que nos quedamos en una estructura del razonamiento de las cosas y no vamos más allá de la razón, en la cual debemos dejar surgir nuestros sentimientos, el porque hacemos las cosas y que beneficios nos dan, nos ayudan, cuando hacemos todo lo que está a nuestro entorno, debe ser una integración desde la razón, el corazón y la misma práctica. La imagen de Dios en nuestra historia actual se ha ido tergiversando en la concepción del hombre. Por la influencia del pensamiento occidental, el mismo ser ha creado falsos fetiches, las predominios ideológicos, en la cual el ser humano, se ha sentido perturbando como el acercamiento a Dios, y el mismo hombre ha ido desfigurando la imagen de Dios. Entonces ¿Cuál será el Dios que nos habla hoy? Es una pregunta desafiante a cada uno de nosotros, pues respetando también nuestra libertad del culto y experiencia religiosa, en la formación de nuestro pensamiento y figuración de la imagen de Dios. Es un Dios que se sigue presentando en los signos de los tiempos actuales desde una realidad concreta como son los pobres, la desigualdad social, la injusticia, la esperanza, de seguir construyendo el Reino en medio de nuestra realidad humana. En nuestra realidad humana vivimos en mundo secularizado, igualmente la diversidad de religiones que en cierto sentido es una riqueza el compartir experiencias con otras religiones, es decir sin perder la propia esencia de la misma religión, en la cual el individuo está creciendo en el sentido espiritual, gracias a la apertura de nuestra Iglesia de abrir nuevos caminos, signos y apertura al contexto de dialogo inter-religioso. En este intercambio de diálogo debemos ser conscientes, que existen algunos elementos que cada experiencia religiosa que lo enfatiza desde su propio estilo de vida y de encuentro con Dios. En conclusión el conocimiento, y acercamiento más a Dios va creciendo desde la misma fe que es un proceso de encuentro más personal entre Dios y el hombre. Se va dando desde una apertura personal del hombre mismo hacia ese enriquecimiento de conocimiento más a Dios, sin tener ninguna influencia en ese encuentro íntimo con el mismo Dios. Es una experiencia que nace del corazón del hombre, es decir de una plena libertad humana, ha pesar de las diversas ideologías, pensamientos, falsos dioses el mismo ser humano busca, desde esa realidad que está viviendo encontrarse o tener una experiencia intima con ese Dios hoy que la misma sociedad no los presenta y el mismo Dios se nos revela en los nuevos signos de los tiempos actuales, a seguir construyendo su proyecto de entrega y de una mejor realización humana.
[1] KUTTSCHKI, Norbert, Dios hoy- ¿Problema o misterio”, Edit. Sígueme- Salamanca 1967

EL ATEISMO HUMANISTA DE NIETZSCHE

FALGUNOS DATOS DE LA VIDA DE NIETZSCHE:
Friedrich Wilhem Nietzsche (1844 - 1900) nació en Boken (Lusacia), descendiente de una familia de pastores protestantes polacos. Terminados sus estudios de filosofía clásica fue nombrado profesor de la Universidad de Basilea. En 1870 intervino en la guerra franco-prusiana y contrajo una enfermedad de que no curaría nunca, y que le obligó en 1879 a abandonar definitivamente la cátedra, aunque le concedieron una pensión que le permitió vivir en adelante sin apremios Llevó, a partir de entonces, una existencia solitaria y consagrada por entero a la meditación, lo cual si bien le permitió llegar a ser uno de los filósofos más grandes de su siglo, terminó también por llevarlo a la locura. Pasó sus últimos años en Weimar, cuidado por su madre y su hermana, en un estado de completo embrutecimiento, hasta su muerte. Es reconocido como el padre del existencialismo y la filosofía fenomenológica, post-estructuralista y postmoderna. Realizando críticas de la cultura, religión y filosofía contemporáneas a través de una cuestión básica que estriba en el analizar las actitudes positivas y negativas hacia la vida de varios sistemas de moralidad. Más allá de los temas que trataba con sus trabajos, el poderoso estilo de Nietzsche y la sutileza con la que los trataba son características definitorias de su escritura. Hipótesis: En un ámbito occidental en decadencia que pregona y defiende una moral antinatural, promovida fundamentalmente por el Cristianismo, al que Nietzsche “califica de nihilismo, en la medida en que en él y con él se institucionaliza y difunde un pensamiento moral que lleva al abandono de categorías como “fin”, “unidad”, “ser”[1] convirtiéndose así, en negación del hombre y del mundo real. Trataremos de establecer como una nueva moral es posible, más humana, más encarnada en el devenir histórico del hombre, más en correspondencia con el proceso natural que se da en la vida de todo hombre. Está nueva moral pretende superar cualquier instrumentalización de la religión y recuperar la primariedad de la existencia humana, devolviendo el lugar que le corresponde en la historia. Desde está perspectiva tratare de establecer ¿Qué tipo de nueva moral es la que visiona Nietzsche y como está se hacer praxis en la existenciariedad humana? Y en la misma medida ¿Es posible una nueva moral en el cristianismo que sea más humana que responda verdaderamente las necesidades del nuevo hombre? 1.- CRITICA A LA MORAL DEL CRISTIANISMO EN NIETZSCHE. Nietzsche se pone a la tarea de profundizar e inspeccionar como se ha venido dando el desarrollo de la cultura occidental. A partir de su investigación Nietzsche vislumbra un progresivo ascenso de lo que le denomina valores débiles sobre los que se consideran como fuertes. Para él este momento de la historia esta permeado por una moral de esclavos que ha sido defendida y sostenida por el Cristianismo, en la que el hombre aparece en una absoluta dependencia de Dios, que tiene que ser superada, según Nietzsche, a través de la voluntad de poder, no reducida ésta a la voluntad de existir solamente, sino que es lo más primordial en el ser humano en cuanto lo llevar a querer ser más, dándole un mayor valor a su existencia. Así, pues para Nietzsche “El cristianismo ha tomado partido por todo lo débil, bajo, malogrado, ha hecho un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte: ha corrompido la razón incluso de las naturalezas dotadas de máxima fortaleza espiritual al enseñar a sentir como pecaminosos…los valores supremos de la espiritualidad”[2]. La religión nace del miedo y de la incapacidad del hombre para asumir su propia realidad…En este contexto Nietzsche nos mostrará como hay una depreciación de lo humano sobre lo divino, pues el hecho religioso como tal, aparecerá como negación de lo humano. Nietzsche reconocerá que toda religión nace del miedo, de la necesidad humana, de la incapacidad y de la impotencia del hombre mismo para asumir su realidad y trascenderla. La crítica que Nietzsche dirige a la moralidad propugnada por el Cristianismo es que esta se ha convertido en una “religión de la compasión que obstaculiza en conjunto la ley de evolución, que es la de la selección”[3]. En otras palabras obstaculiza que salga a relucir lo mejor que hay en la raza humana que para Nietzsche se constituye en el súper hombre. De esta manera se mostrará que los valores de la moral tradicional son contrarios a la vida porque la subyugan con dogmatismos y leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es pues necesario liberar al hombre de todo estos valores artificiales decadentes, que niegan la vida misma, porque proceden de la voluntad de la nada, del nihilismo. Solo así, se podrá restituir al hombre su derecho a tener una vida más plena. De esta manera se puede apreciar que la perdida de fe en Dios por parte de Nietzsche es un acontecimiento de dimensiones titánicas, que se traduce en fe en la razón, en el sujeto, en la verdad, y en la libertad, y fundamentalmente en un sentido de la vida y de la historia superior al que normalmente se conoce. 2.- LA MORAL QUE SACRIFICA AL HOMBRE La religión y en especial la cristiana, entonces se presentará como la estructura que aliena al hombre y lo salva de asumir responsabilidades por los actos que están fuera de su alcance y racionalización. Se convierte así en una degradación del concepto de hombre cuya consecuencia más notoria podría decirse que es el pensar que todo lo bueno, lo loable, lo grande y verdadero que existe en el mundo es de naturaleza suprahumana y solo es alcanzable por intervención divina. Restando de esta manera la participación del hombre en la construcción de aquello que es pleno y es causa de armonía en el mundo. Es con este propósito que Nietzsche “denuncia al hombre que se autolimita y que se castra a si mismo, una vez que interioriza y asume unos mandamientos y prohibiciones que se le imponen en nombre de Dios”[4]. Se impugnará así, al hombre por su renuncia a ser agente de la historia, por la ausencia de ideales en él, por su distanciamiento solipsista, por aparecer como distante de la historia, capaz de acabar con los valores y la tradición. Él quiere reivindicar la finitud y la fragmentariedad, pero no precisamente para abrirse a ese “otro” (Dios-hombre), sino para la absolutización del hombre aislado, que pretende desarraigarse de la cultura, de la sociedad y de los proyectos históricos. En el fondo podemos decir, que lo que se evidencia aquí es la búsqueda incesante del absoluto, del superhombre que se debe a si mismo y a nadie más, en otras palabras Nietzsche viene a mantener la quimera de lo humano-divino, aunque el ámbito antropológico privilegie la voluntad y no necesariamente la razón. Por esto Nietzsche anuncia la muerte de Dios en la conciencia occidental. Dios no ya no existe, ni es necesario. Anticipándose de esta manera a la crisis socio-cultural de la fe en Dios y a la secularización de la sociedad y anunciado un nuevo tiempo y una nueva moral desde el que es factible crear un nuevo tipo de hombre y cultura. “Se elimina así una con una concepción teologal (providencialista) de la historia y se deja vacía la respuesta esencial a la pregunta humana por el sentido de la vida y de la muerte”[5] . Acabando así, con la concepción o idea de un Dios que rige el destino del hombre y determina el bien y el mal que se da en toda existencia humana y permitiendo de esta manera que el hombre asuma su papel histórico de dar un sentido, aunque sea fragmentado y limitado a su historia. Dios ya no va a aparecer como garante o condición de posibilidad para el desarrollo y la evolución trascendental del hombre, sino que será el mismo hombre que al hacer reflexión de su propia historia y de sus condiciones de posibilidad, como alcanza la plenitud. En efecto, el hombre que esta en constante búsqueda de su propia identidad, se volcará ya no sobre lo que es externo y ahistorico en su existencia humana, sino que precisamente, lo hará desde su propia mundanidad y existenciariedad, convirtiéndose así en agente de la historia y confrontándose con sus propias posturas morales y éticas. Por todo lo anterior Nietzsche pregona que la religión es un sistema que sacrifica al hombre desde un proyecto moral subjetivo que se legitima en Dios que, como contrapartida exige una fe y una obediencia radicales. A esto podemos añadir que la teologización del mundo, donde el hombre aparecerá como pecador ante Dios, que teme ser castigado y que se siente obligado frente a Dios creador que revierte su debilidad culpable. Nietzsche denunciará rotundamente esa dependencia y sometimiento del hombre a Dios, y la incapacidad de gozo y plenitud que de ella se derivan. Puesto que eso provoca que el hombre viva descentrado de su realidad y quede imposibilitado para autoafirmarse como tal desde la fragmentariedad. 3.- MUERTE DEL CONCEPTO DE DIOS… NACIMIENTO DE UN NUEVO HOMBRE Y UN NUEVO MUNDO Es innegable que en el contexto la cultura occidental, el postulado de mayor autoridad y preeminencia se encuentra depositado en el concepto de Dios y todas las implicaciones y aplicaciones que este tiene en la vida humana. En efecto, el Dios occidental al que dirige su crítica Nietzsche es el “Dios moral teórico “puro”, pensado como causa de todas la cosas, que proviene de la absolutización del esquema de la fe y que que se manifiesta como verdad absoluta”[6]. Es precisamente este concepto de Dios, elevado a la categoría de lo dogmático y normativo, que subordina al hombre y lo imposibilita para ser libre, el que debe morir y ser superado. Porque solo de esta manera el hombre volverá a recuperar la historicidad del hombre situado. Dar muerte a Dios…para que nazca el superhombre que sustituirá a Dios y se convertirá en receptáculo de todo lo real.De esta manera dar a muerte a Dios o mejor aún acabar con el concepto platónico que de él se tiene , es el paso que el hombre debe estar dispuesto a dar para superar aquel poder metafísico que condiciona su vida, para inaugurarse su propia libertad, sus valores, su lenguaje (ahora más encarnado en el mismo), su autoderminación. En pocas palabras, este el paso que se corresponde al nacimiento del nuevo hombre, el super hombre que sustituirá a Dios y se convertirá en receptáculo de todo lo real. Un ser que ya no depende ni restringe por una moral que le viene dada desde la divinidad, ni que obra según la voluntad de esta “entidad”, sino que tiene la suficiente libertad de conferir el sentido a las cosas, de recrear lo que hay en el mundo instalando sus propias estructuras de pensamiento, de acción, de lenguaje. Es el nuevo hombre que se abre al horizonte de posibilidades infinitas, capaz de configurar un mundo nuevo, con una moral nueva, con unas estructuras nuevas, más mundanas y por ende más antropológicas. 4.- UN NUEVO HOMBRE SI, PERO CON UNA NUEVA CONCEPCIÓN DE DIOS En Nietzsche la afirmación del hombre como tal, pasa por la negación de Dios, y en consecuencia el super hombre surge cuando Dios ha dejado de ser en el mundo. Nietzsche niega cualquier posible coexistencia de estos dos “entidades”, pareciera que nos dice, casi que nos grita ¡Es Dios o es el hombre… Nunca los dos por igual y al mismo tiempo! Frente a tales afirmaciones surge la objeción de que la imagen que Nietzsche tiene Dios esta condicionada solo por la concepción occidental que de él se tiene, cerrándose a cualquier otra interpretación de Dios. En efecto, el Dios que Nietzsche niega y que se convierte en detrimento de todo lo humano, es un Dios que ha sido ideado, esquematizado, moralizado y configurado por el mismo hombre. ¿Pero acaso este es en verdad el Dios verdadero? ¿No puede existir otro Dios que no enajene al hombre y genere sentimiento de dependencia en él? Así pues, vemos que en Nietzsche se le concede al hombre infinitas condiciones de posibilidad para su ser y su existir en el mundo, pero se le niegan a Dios y se lo encasilla en una formas y parámetros utilizados por una religión determinada. De esta manera constatamos que el acercamiento que Nietzsche hace a Dios, tiene matices reduccionistas, en el sentido de que solo va concebir las causas y condiciones que no hacen que se establezca una relación positiva entre Dios y el hombre (dependencia, autoengaño, negación de si mismo) y se olvida de las posibilidades que se abren en Dios para el hombre, posibilidades de trascendencia, de plenitud, de verdadera humanidad como lo testifica Jesús. Ahora bien, la religión como muy bien lo presenta Nietzsche no se puede convertir en una negación del hombre y de su sentido de trascendencia, pues una religión que no le permita al hombre autoafirmase y profundizar en su propia humanidad, esta condenada a desaparecer. Pero también es real la disyuntiva de que incluso aquel hombre que niega el hecho religioso y vive solo desde la libertad de no depender de una entidad superior, como es el caso del super hombre, no le es garantizado, tener dominio total de su propia realidad y alcanzar la verdadera y total plenitud. Y es en este punto donde una verdadera concepción de Dios se hace necesaria, no ya la de un Dios mago caprichoso que hace milagros a servicio del hombre, ni supla sus esfuerzos, o como Nietzsche diría que se convierta en enajenación o negación de lo humano. Sino un Dios entrañable, que habita, acompaña y sostiene la realidad del hombre, pero que deja al hombre en libertad para construirse su propio futuro y para soñar sus propios sueños. Solo de esta manera a religión deja de ser “un producto que emerge espontáneamente de la mente y el corazón del hombre, cuando este no se hace cargo de su propia existencia”[7] y se convierte “en una mediación entre lo finito y lo infinito”[8], capaz de llevar así a la existencia humana a su verdadera plenitud 5.- A MODO DE CONCLUSIÓN EL GRAN RETO QUE NIETZSCHE PLANTEA AL CRISTIANISMO …a los cristianos nos corresponde experimentar a Dios como una nueva humanidad y crear desde esta experiencia un cristianismo más humanizado…Finalizando este articulo propongo a modo de conclusión el gran reto que creo deja la filosofía de Nietzsche para el cristianismo, y que estriba en la pregunta por Dios y la manera como se concibe la relación entre él y el hombre. Es pensarnos “si la afirmación de Dios no conlleva una devaluación global de la existencia humana…si estamos sacrificando la existencia histórica en función de un más allá hipotético”[9]. En efecto en nuestro contexto cotidiano el problema resulta ser más profundo que cambiar de acento en nuestro lenguaje. Hay la necesidad de cambiar nuestra concepción de Dios y la manera de entenderlo desde la religión, y descubrir así un Dios diferente hecho mundanidad con el hombre. Un Dios en condiciones de igualdad, sin encogimientos, ni sometimientos, dejando crecer en libertad nuestro ser en su presencia. Así pues el Cristianismo del siglo XXI necesita buscar y experimentar a Dios desde nuevos caminos, superando el moralismo platonizante que no se corresponde al desarrollo y evolución del hombre, y sobre todo a una comprensión más plena de un hombre que no está determinado por un poder superior, sino que esta en construcción constante desde la fragmentariedad de su existencia. Desde esta perspectiva a los cristianos nos corresponde experimentar a Dios como una nueva humanidad y crear desde esta experiencia un cristianismo más humanizado, capaz de asumir todo lo auténticamente humano en su totalidad como principio de acción y de opción, capaz de hacer que el hombre aparezca como ineludible protagonista de la historia. Concluyendo diré que el Cristianismo no puede pasar por alto la experiencias muy humanas que viven los hombres de nuestro tiempo y desde esa misma identificación con lo humano debe brotar la necesidad, casi la obligación de cambiar la historia, para que ella misma sea más humana y solidaria con en el mismo hombre. Mostrando así, que la verdadera trascendencia divina y humana necesariamente tiene que estar permeada por la experiencia de identificarse con lo humanamente más débil (pobres, pecadores, marginados) para redimir, liberar y plenificar su historia. Es aquí donde estoy convencido que al Cristianismo se le es dado superar el ateismo crítico de Nietzsche y crear una nueva moralidad religiosa más en consonancia con los grandes y urgentes deseos de la humanidad. [1] Jacobo Muñoz: Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche. Documento de estudio Pág. 3 [2] Jacobo Muñoz: Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche. Documento de estudio Pág. 5 [3] Ibíd. Pág. 5 [4] (Estrada Juan Antonio. ¿Elogio del ateísmo y crítica del cristianismo? Razón y fe: Revista hispanoamericana de cultura Vol. 237, no. 1193. Pág 256 (Mar. 1998). [5] (Estrada Juan Antonio. ¿Elogio del ateísmo y crítica del cristianismo? Razón y fe: Revista hispanoamericana de cultura Vol. 237, no. 1193 . 256. (Mar. 1998). [6] Jacobo Muñoz: Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche. Documento de estudio Pág. 5 [7] Cabada Castro Manuel. La Autorrealización o liberación humana como crítica de la religión en Feuerbach. Pág 8 [8] Arsenio Ginzo Fernández. Scheiermacher: la autonomía e inmediatez de la religión. Pág 5. [9] Juan A. Estrada. La pregunta por Dios. Entre la metafísica, el nihilismo y la religión. Editorial. Desclee de Brouwer. Bilbao. 2005. Pág 299

Una religión donde Dios es el hombre.

El misterio de Dios ha sido, es, y será un problema para la existencia del hombre. Tal misterio se mueve en la incertidumbre de la curiosa y sentimental mente humana. Su comprensión y la misma experiencia acerca de éste, que sigue estando velado, avoca al hombre a manifestar diversas posiciones que defienden y niegan su existencia. Tanto quienes le afirman como los que dicen lo contrario no poseen la última verdad, si bien sus argumentaciones son validas. No se ha dicho hasta ahora la ultima palabra. Por tal motivo, se considera la posibilidad de hacer una vida ya sea centrada en la fe aceptando su existencia y haciendo de Él, la meta absoluta a la cual hay que retornar; o también encontrar la plenitud desde un mundo del no Dios.[1] En esta última idea se centrará esta reflexión intentando contemplar la posibilidad de una vida atea respecto al Dios que la mayoría dice conocer y aceptar. O mejor no digamos atea sino una vida que cree en el hombre. Se abordará el problema desde la perspectiva de un pensador importante quien de forma muy lucida dirá que el verdadero Dios es el hombre mismo y aquello a lo cual llamamos Dios es una proyección surgida de la necesidad humana que en medio de su infinitud busca aquello superior que quiere llegar a ser pero que aun no es. El pensador que nos ilumina en esta disertación es Feuerbach. Afirma que el hombre es religioso por naturaleza de donde el problema no es el si, o el no a la religión, el problema –continuará- es distinguir las falsas de las religiones verdaderas. Durante su vida descubre que la religión más importante es la que tiene que ver con el hombre. Después de un itinerario de búsqueda llega a la siguiente conclusión «Dios fue mi primer pensamiento; la razón, el segundo, y el hombre, mi tercero y último pensamiento» Siguiendo sus planteamientos tenemos que para él las falsas religiones son las teocéntricas. Estas son dañinas para los hombres en tanto enajenantes. De tal forma que el hombre comienza a adjudicar a Dios lo que en realidad era el mismo. Dios entonces resulta ser una idea que el hombre ha creado. Por eso Dios es una expresión de infinito, justicia, amor, paternidad, bondad etc. Ideas estas que corresponden a la experiencia del hombre mismo. Y esto a causa de que el hombre ha temido reconocer y aceptar sus capacidades para sobreponerse al dolor de las impotencias. Dios es el eco de nuestros gemidos de dolor. El dolor tiene que exteriorizarse; el artista calma su dolor oyéndolo, objetivándolo; aligera la carga que pesa sobre su corazón al comunicarla a los aires, haciendo de su dolor una esencia universal. Este aire libre del corazón, este misterio expresado, este dolor aními­co alienado, es Dios.[2] Pero a esta mera concepción subjetivista de la religión, para que sea mas consistente le va a dar un sentido objetivo al decir que, esta no es una simple proyección humana en si misma sino que hay influencias de la naturaleza la cual está en mutua implicación con el hombre. El hombre recibe de la naturaleza el material para la religión y así es el fundamen­to de la religión no solamente subjetivo, sino también objetivo (VII, 513).[3] La conciencia de Dios es por tanto producto de la naturaleza en conexión con el hombre. La impresión de esta en el hombre es la que forma en él, el nombre de Dios. Este tiene origen en la naturaleza. La esencia de la religión, es decir, la esencia de Dios no es otra cosa sino la esencia abstracta, purificada e idealizada, del mundo.[4] Esta esencia religiosa, está relacionada, con lo que Cabada dice: fantasía. Es decir lo divino “es la esencia objetivada de la fantasía” donde le mecanismo del deseo es el desencadenante de la experiencia religiosa. “Lo que soy pero deseo eso es mi Dios…el deseo es la esencia misma de la religión” El hombre en su naturaleza tiene el deseo de felicidad, es una llama ardiente que incoa la búsqueda de ser feliz y es ahí donde Dios aparece como ese deseo. Este sentimiento son deseos y aspiraciones no cumplidos en este mundo.. Esta materia generadora es únicamente el ardiente, infinito e indomable deseo de felicidad. Talante humano este que según, él, es infantil y egoísta anclado en la ignorancia que se tiene de las grades capacidades existentes en el hombre. Capacidades que le son atribuidas a Dios, el cual, se hace más grande en la medida que se minimiza al hombre. Cuanto mas vacía es la vida- va a decir- más pleno es Dios. Hasta aquí esta primera parte. Por el contrario la verdadera religión es el hombre que es divino, “el ser sumo es el hombre”[5]. Por eso dice, en cuanto a la inmortalidad, que la única y verdadera inmortalidad es la del género humano en cuanto tal. Y cuado se refiere al sentimiento de dependencia de la naturaleza, éste, es importante en la medida que es el fundamento o base de la religión mas no la esencia, puesto que ésta es el hombre mismo. Ahora bien, este hombre es un hombre comunitario, se da en comunión con los demás donde se promueve un amor del hombre hacia el mismo, “el amor incondicional total del hombre hacia el hombre, el amor que tiene su Dios y su cielo, es la verdadera religión… tener religión es pensar en los demás” por encima de Dios está el amor, la religión está debajo de la ética, esta es la verdadera religión - expresará, puesto que la religión que comúnmente se tiene es un egoísmo sobrenatural Se puede decir que la religión pensada desde Feuerbach es una proyección y una creación del hombre; es algo perteneciente a la infancia de la humanidad; la conciencia de Dios es la autoconciencia del hombre y el auto conocimiento de Dios es el auto conocimiento del hombre; el único sujeto auténtico es el hombre concreto.[6] De tal forma que la ontología de Dios no es más que el hombre en el horizonte de sus imposibilidades. Por eso se preocupa por potenciar al hombre y sus limitaciones. Critica la hipocresía religiosa basada en el teocentrismo; impulsa lo antropológico resaltando el aspecto comunitario del hombre. La religión existente que es la base del sistema moral por la mayoría aceptado es la base de todas las cosas que impide el desarrollo del pensamiento humano. Lo anterior nos muestra la posibilidad de una fe diferente a la común. Es la creencia en el hombre como ser capaz de trascender y encontrar su plenitud configurándose como comunidad humana en la cual pueda desarrollar todo su potencial del cual está dotado con el propósito de establecerse como el centro de la creación. ¿Es esta una concepción atea? Lo es frente al Dios tradicional en concreto al Dios cristiano. No obstante en el fondo se está hablado de la búsqueda de lo absoluto o infinito donde ser del hombre no ha llegado. Ese absoluto, ese máximo, esa plenitud final existe como misterio. Misterio que se le intenta nombrar, unos, como en el caso de nuestro pensador del cual hemos tratado, como el hombre, otros lo entiende desde otra perspectiva dependiendo de la experiencia que hayan tenido tanto a nivel racional objetivo como a nivel de sentimiento u subjetivo.
[1] Cf. Küng H. 1979. ¿Existe Dios? Madrid: Cristiandad. Pág. 773-777. [2] CABADA CASTRO, Manuel. “La autorrealización o liberación humana como crítica de la reli­gión en Feuerbach” capitulo II [3] Ibíd. Pagina 5 [4] Ibíd. Capitulo II [5] Hirscbberger J. Historia de la filosofía II. Herder. Barcelona 1970. Pág. 304-305 [6] Santidrián P, R. Diccionario básico de las religiones. Estella (Navarra) Verbo Divino. २०००