viernes, 14 de septiembre de 2007

EL ATEISMO HUMANISTA DE NIETZSCHE

FALGUNOS DATOS DE LA VIDA DE NIETZSCHE:
Friedrich Wilhem Nietzsche (1844 - 1900) nació en Boken (Lusacia), descendiente de una familia de pastores protestantes polacos. Terminados sus estudios de filosofía clásica fue nombrado profesor de la Universidad de Basilea. En 1870 intervino en la guerra franco-prusiana y contrajo una enfermedad de que no curaría nunca, y que le obligó en 1879 a abandonar definitivamente la cátedra, aunque le concedieron una pensión que le permitió vivir en adelante sin apremios Llevó, a partir de entonces, una existencia solitaria y consagrada por entero a la meditación, lo cual si bien le permitió llegar a ser uno de los filósofos más grandes de su siglo, terminó también por llevarlo a la locura. Pasó sus últimos años en Weimar, cuidado por su madre y su hermana, en un estado de completo embrutecimiento, hasta su muerte. Es reconocido como el padre del existencialismo y la filosofía fenomenológica, post-estructuralista y postmoderna. Realizando críticas de la cultura, religión y filosofía contemporáneas a través de una cuestión básica que estriba en el analizar las actitudes positivas y negativas hacia la vida de varios sistemas de moralidad. Más allá de los temas que trataba con sus trabajos, el poderoso estilo de Nietzsche y la sutileza con la que los trataba son características definitorias de su escritura. Hipótesis: En un ámbito occidental en decadencia que pregona y defiende una moral antinatural, promovida fundamentalmente por el Cristianismo, al que Nietzsche “califica de nihilismo, en la medida en que en él y con él se institucionaliza y difunde un pensamiento moral que lleva al abandono de categorías como “fin”, “unidad”, “ser”[1] convirtiéndose así, en negación del hombre y del mundo real. Trataremos de establecer como una nueva moral es posible, más humana, más encarnada en el devenir histórico del hombre, más en correspondencia con el proceso natural que se da en la vida de todo hombre. Está nueva moral pretende superar cualquier instrumentalización de la religión y recuperar la primariedad de la existencia humana, devolviendo el lugar que le corresponde en la historia. Desde está perspectiva tratare de establecer ¿Qué tipo de nueva moral es la que visiona Nietzsche y como está se hacer praxis en la existenciariedad humana? Y en la misma medida ¿Es posible una nueva moral en el cristianismo que sea más humana que responda verdaderamente las necesidades del nuevo hombre? 1.- CRITICA A LA MORAL DEL CRISTIANISMO EN NIETZSCHE. Nietzsche se pone a la tarea de profundizar e inspeccionar como se ha venido dando el desarrollo de la cultura occidental. A partir de su investigación Nietzsche vislumbra un progresivo ascenso de lo que le denomina valores débiles sobre los que se consideran como fuertes. Para él este momento de la historia esta permeado por una moral de esclavos que ha sido defendida y sostenida por el Cristianismo, en la que el hombre aparece en una absoluta dependencia de Dios, que tiene que ser superada, según Nietzsche, a través de la voluntad de poder, no reducida ésta a la voluntad de existir solamente, sino que es lo más primordial en el ser humano en cuanto lo llevar a querer ser más, dándole un mayor valor a su existencia. Así, pues para Nietzsche “El cristianismo ha tomado partido por todo lo débil, bajo, malogrado, ha hecho un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte: ha corrompido la razón incluso de las naturalezas dotadas de máxima fortaleza espiritual al enseñar a sentir como pecaminosos…los valores supremos de la espiritualidad”[2]. La religión nace del miedo y de la incapacidad del hombre para asumir su propia realidad…En este contexto Nietzsche nos mostrará como hay una depreciación de lo humano sobre lo divino, pues el hecho religioso como tal, aparecerá como negación de lo humano. Nietzsche reconocerá que toda religión nace del miedo, de la necesidad humana, de la incapacidad y de la impotencia del hombre mismo para asumir su realidad y trascenderla. La crítica que Nietzsche dirige a la moralidad propugnada por el Cristianismo es que esta se ha convertido en una “religión de la compasión que obstaculiza en conjunto la ley de evolución, que es la de la selección”[3]. En otras palabras obstaculiza que salga a relucir lo mejor que hay en la raza humana que para Nietzsche se constituye en el súper hombre. De esta manera se mostrará que los valores de la moral tradicional son contrarios a la vida porque la subyugan con dogmatismos y leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es pues necesario liberar al hombre de todo estos valores artificiales decadentes, que niegan la vida misma, porque proceden de la voluntad de la nada, del nihilismo. Solo así, se podrá restituir al hombre su derecho a tener una vida más plena. De esta manera se puede apreciar que la perdida de fe en Dios por parte de Nietzsche es un acontecimiento de dimensiones titánicas, que se traduce en fe en la razón, en el sujeto, en la verdad, y en la libertad, y fundamentalmente en un sentido de la vida y de la historia superior al que normalmente se conoce. 2.- LA MORAL QUE SACRIFICA AL HOMBRE La religión y en especial la cristiana, entonces se presentará como la estructura que aliena al hombre y lo salva de asumir responsabilidades por los actos que están fuera de su alcance y racionalización. Se convierte así en una degradación del concepto de hombre cuya consecuencia más notoria podría decirse que es el pensar que todo lo bueno, lo loable, lo grande y verdadero que existe en el mundo es de naturaleza suprahumana y solo es alcanzable por intervención divina. Restando de esta manera la participación del hombre en la construcción de aquello que es pleno y es causa de armonía en el mundo. Es con este propósito que Nietzsche “denuncia al hombre que se autolimita y que se castra a si mismo, una vez que interioriza y asume unos mandamientos y prohibiciones que se le imponen en nombre de Dios”[4]. Se impugnará así, al hombre por su renuncia a ser agente de la historia, por la ausencia de ideales en él, por su distanciamiento solipsista, por aparecer como distante de la historia, capaz de acabar con los valores y la tradición. Él quiere reivindicar la finitud y la fragmentariedad, pero no precisamente para abrirse a ese “otro” (Dios-hombre), sino para la absolutización del hombre aislado, que pretende desarraigarse de la cultura, de la sociedad y de los proyectos históricos. En el fondo podemos decir, que lo que se evidencia aquí es la búsqueda incesante del absoluto, del superhombre que se debe a si mismo y a nadie más, en otras palabras Nietzsche viene a mantener la quimera de lo humano-divino, aunque el ámbito antropológico privilegie la voluntad y no necesariamente la razón. Por esto Nietzsche anuncia la muerte de Dios en la conciencia occidental. Dios no ya no existe, ni es necesario. Anticipándose de esta manera a la crisis socio-cultural de la fe en Dios y a la secularización de la sociedad y anunciado un nuevo tiempo y una nueva moral desde el que es factible crear un nuevo tipo de hombre y cultura. “Se elimina así una con una concepción teologal (providencialista) de la historia y se deja vacía la respuesta esencial a la pregunta humana por el sentido de la vida y de la muerte”[5] . Acabando así, con la concepción o idea de un Dios que rige el destino del hombre y determina el bien y el mal que se da en toda existencia humana y permitiendo de esta manera que el hombre asuma su papel histórico de dar un sentido, aunque sea fragmentado y limitado a su historia. Dios ya no va a aparecer como garante o condición de posibilidad para el desarrollo y la evolución trascendental del hombre, sino que será el mismo hombre que al hacer reflexión de su propia historia y de sus condiciones de posibilidad, como alcanza la plenitud. En efecto, el hombre que esta en constante búsqueda de su propia identidad, se volcará ya no sobre lo que es externo y ahistorico en su existencia humana, sino que precisamente, lo hará desde su propia mundanidad y existenciariedad, convirtiéndose así en agente de la historia y confrontándose con sus propias posturas morales y éticas. Por todo lo anterior Nietzsche pregona que la religión es un sistema que sacrifica al hombre desde un proyecto moral subjetivo que se legitima en Dios que, como contrapartida exige una fe y una obediencia radicales. A esto podemos añadir que la teologización del mundo, donde el hombre aparecerá como pecador ante Dios, que teme ser castigado y que se siente obligado frente a Dios creador que revierte su debilidad culpable. Nietzsche denunciará rotundamente esa dependencia y sometimiento del hombre a Dios, y la incapacidad de gozo y plenitud que de ella se derivan. Puesto que eso provoca que el hombre viva descentrado de su realidad y quede imposibilitado para autoafirmarse como tal desde la fragmentariedad. 3.- MUERTE DEL CONCEPTO DE DIOS… NACIMIENTO DE UN NUEVO HOMBRE Y UN NUEVO MUNDO Es innegable que en el contexto la cultura occidental, el postulado de mayor autoridad y preeminencia se encuentra depositado en el concepto de Dios y todas las implicaciones y aplicaciones que este tiene en la vida humana. En efecto, el Dios occidental al que dirige su crítica Nietzsche es el “Dios moral teórico “puro”, pensado como causa de todas la cosas, que proviene de la absolutización del esquema de la fe y que que se manifiesta como verdad absoluta”[6]. Es precisamente este concepto de Dios, elevado a la categoría de lo dogmático y normativo, que subordina al hombre y lo imposibilita para ser libre, el que debe morir y ser superado. Porque solo de esta manera el hombre volverá a recuperar la historicidad del hombre situado. Dar muerte a Dios…para que nazca el superhombre que sustituirá a Dios y se convertirá en receptáculo de todo lo real.De esta manera dar a muerte a Dios o mejor aún acabar con el concepto platónico que de él se tiene , es el paso que el hombre debe estar dispuesto a dar para superar aquel poder metafísico que condiciona su vida, para inaugurarse su propia libertad, sus valores, su lenguaje (ahora más encarnado en el mismo), su autoderminación. En pocas palabras, este el paso que se corresponde al nacimiento del nuevo hombre, el super hombre que sustituirá a Dios y se convertirá en receptáculo de todo lo real. Un ser que ya no depende ni restringe por una moral que le viene dada desde la divinidad, ni que obra según la voluntad de esta “entidad”, sino que tiene la suficiente libertad de conferir el sentido a las cosas, de recrear lo que hay en el mundo instalando sus propias estructuras de pensamiento, de acción, de lenguaje. Es el nuevo hombre que se abre al horizonte de posibilidades infinitas, capaz de configurar un mundo nuevo, con una moral nueva, con unas estructuras nuevas, más mundanas y por ende más antropológicas. 4.- UN NUEVO HOMBRE SI, PERO CON UNA NUEVA CONCEPCIÓN DE DIOS En Nietzsche la afirmación del hombre como tal, pasa por la negación de Dios, y en consecuencia el super hombre surge cuando Dios ha dejado de ser en el mundo. Nietzsche niega cualquier posible coexistencia de estos dos “entidades”, pareciera que nos dice, casi que nos grita ¡Es Dios o es el hombre… Nunca los dos por igual y al mismo tiempo! Frente a tales afirmaciones surge la objeción de que la imagen que Nietzsche tiene Dios esta condicionada solo por la concepción occidental que de él se tiene, cerrándose a cualquier otra interpretación de Dios. En efecto, el Dios que Nietzsche niega y que se convierte en detrimento de todo lo humano, es un Dios que ha sido ideado, esquematizado, moralizado y configurado por el mismo hombre. ¿Pero acaso este es en verdad el Dios verdadero? ¿No puede existir otro Dios que no enajene al hombre y genere sentimiento de dependencia en él? Así pues, vemos que en Nietzsche se le concede al hombre infinitas condiciones de posibilidad para su ser y su existir en el mundo, pero se le niegan a Dios y se lo encasilla en una formas y parámetros utilizados por una religión determinada. De esta manera constatamos que el acercamiento que Nietzsche hace a Dios, tiene matices reduccionistas, en el sentido de que solo va concebir las causas y condiciones que no hacen que se establezca una relación positiva entre Dios y el hombre (dependencia, autoengaño, negación de si mismo) y se olvida de las posibilidades que se abren en Dios para el hombre, posibilidades de trascendencia, de plenitud, de verdadera humanidad como lo testifica Jesús. Ahora bien, la religión como muy bien lo presenta Nietzsche no se puede convertir en una negación del hombre y de su sentido de trascendencia, pues una religión que no le permita al hombre autoafirmase y profundizar en su propia humanidad, esta condenada a desaparecer. Pero también es real la disyuntiva de que incluso aquel hombre que niega el hecho religioso y vive solo desde la libertad de no depender de una entidad superior, como es el caso del super hombre, no le es garantizado, tener dominio total de su propia realidad y alcanzar la verdadera y total plenitud. Y es en este punto donde una verdadera concepción de Dios se hace necesaria, no ya la de un Dios mago caprichoso que hace milagros a servicio del hombre, ni supla sus esfuerzos, o como Nietzsche diría que se convierta en enajenación o negación de lo humano. Sino un Dios entrañable, que habita, acompaña y sostiene la realidad del hombre, pero que deja al hombre en libertad para construirse su propio futuro y para soñar sus propios sueños. Solo de esta manera a religión deja de ser “un producto que emerge espontáneamente de la mente y el corazón del hombre, cuando este no se hace cargo de su propia existencia”[7] y se convierte “en una mediación entre lo finito y lo infinito”[8], capaz de llevar así a la existencia humana a su verdadera plenitud 5.- A MODO DE CONCLUSIÓN EL GRAN RETO QUE NIETZSCHE PLANTEA AL CRISTIANISMO …a los cristianos nos corresponde experimentar a Dios como una nueva humanidad y crear desde esta experiencia un cristianismo más humanizado…Finalizando este articulo propongo a modo de conclusión el gran reto que creo deja la filosofía de Nietzsche para el cristianismo, y que estriba en la pregunta por Dios y la manera como se concibe la relación entre él y el hombre. Es pensarnos “si la afirmación de Dios no conlleva una devaluación global de la existencia humana…si estamos sacrificando la existencia histórica en función de un más allá hipotético”[9]. En efecto en nuestro contexto cotidiano el problema resulta ser más profundo que cambiar de acento en nuestro lenguaje. Hay la necesidad de cambiar nuestra concepción de Dios y la manera de entenderlo desde la religión, y descubrir así un Dios diferente hecho mundanidad con el hombre. Un Dios en condiciones de igualdad, sin encogimientos, ni sometimientos, dejando crecer en libertad nuestro ser en su presencia. Así pues el Cristianismo del siglo XXI necesita buscar y experimentar a Dios desde nuevos caminos, superando el moralismo platonizante que no se corresponde al desarrollo y evolución del hombre, y sobre todo a una comprensión más plena de un hombre que no está determinado por un poder superior, sino que esta en construcción constante desde la fragmentariedad de su existencia. Desde esta perspectiva a los cristianos nos corresponde experimentar a Dios como una nueva humanidad y crear desde esta experiencia un cristianismo más humanizado, capaz de asumir todo lo auténticamente humano en su totalidad como principio de acción y de opción, capaz de hacer que el hombre aparezca como ineludible protagonista de la historia. Concluyendo diré que el Cristianismo no puede pasar por alto la experiencias muy humanas que viven los hombres de nuestro tiempo y desde esa misma identificación con lo humano debe brotar la necesidad, casi la obligación de cambiar la historia, para que ella misma sea más humana y solidaria con en el mismo hombre. Mostrando así, que la verdadera trascendencia divina y humana necesariamente tiene que estar permeada por la experiencia de identificarse con lo humanamente más débil (pobres, pecadores, marginados) para redimir, liberar y plenificar su historia. Es aquí donde estoy convencido que al Cristianismo se le es dado superar el ateismo crítico de Nietzsche y crear una nueva moralidad religiosa más en consonancia con los grandes y urgentes deseos de la humanidad. [1] Jacobo Muñoz: Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche. Documento de estudio Pág. 3 [2] Jacobo Muñoz: Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche. Documento de estudio Pág. 5 [3] Ibíd. Pág. 5 [4] (Estrada Juan Antonio. ¿Elogio del ateísmo y crítica del cristianismo? Razón y fe: Revista hispanoamericana de cultura Vol. 237, no. 1193. Pág 256 (Mar. 1998). [5] (Estrada Juan Antonio. ¿Elogio del ateísmo y crítica del cristianismo? Razón y fe: Revista hispanoamericana de cultura Vol. 237, no. 1193 . 256. (Mar. 1998). [6] Jacobo Muñoz: Nihilismo y crítica de la religión en Nietzsche. Documento de estudio Pág. 5 [7] Cabada Castro Manuel. La Autorrealización o liberación humana como crítica de la religión en Feuerbach. Pág 8 [8] Arsenio Ginzo Fernández. Scheiermacher: la autonomía e inmediatez de la religión. Pág 5. [9] Juan A. Estrada. La pregunta por Dios. Entre la metafísica, el nihilismo y la religión. Editorial. Desclee de Brouwer. Bilbao. 2005. Pág 299

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