viernes, 14 de septiembre de 2007

Una religión donde Dios es el hombre.

El misterio de Dios ha sido, es, y será un problema para la existencia del hombre. Tal misterio se mueve en la incertidumbre de la curiosa y sentimental mente humana. Su comprensión y la misma experiencia acerca de éste, que sigue estando velado, avoca al hombre a manifestar diversas posiciones que defienden y niegan su existencia. Tanto quienes le afirman como los que dicen lo contrario no poseen la última verdad, si bien sus argumentaciones son validas. No se ha dicho hasta ahora la ultima palabra. Por tal motivo, se considera la posibilidad de hacer una vida ya sea centrada en la fe aceptando su existencia y haciendo de Él, la meta absoluta a la cual hay que retornar; o también encontrar la plenitud desde un mundo del no Dios.[1] En esta última idea se centrará esta reflexión intentando contemplar la posibilidad de una vida atea respecto al Dios que la mayoría dice conocer y aceptar. O mejor no digamos atea sino una vida que cree en el hombre. Se abordará el problema desde la perspectiva de un pensador importante quien de forma muy lucida dirá que el verdadero Dios es el hombre mismo y aquello a lo cual llamamos Dios es una proyección surgida de la necesidad humana que en medio de su infinitud busca aquello superior que quiere llegar a ser pero que aun no es. El pensador que nos ilumina en esta disertación es Feuerbach. Afirma que el hombre es religioso por naturaleza de donde el problema no es el si, o el no a la religión, el problema –continuará- es distinguir las falsas de las religiones verdaderas. Durante su vida descubre que la religión más importante es la que tiene que ver con el hombre. Después de un itinerario de búsqueda llega a la siguiente conclusión «Dios fue mi primer pensamiento; la razón, el segundo, y el hombre, mi tercero y último pensamiento» Siguiendo sus planteamientos tenemos que para él las falsas religiones son las teocéntricas. Estas son dañinas para los hombres en tanto enajenantes. De tal forma que el hombre comienza a adjudicar a Dios lo que en realidad era el mismo. Dios entonces resulta ser una idea que el hombre ha creado. Por eso Dios es una expresión de infinito, justicia, amor, paternidad, bondad etc. Ideas estas que corresponden a la experiencia del hombre mismo. Y esto a causa de que el hombre ha temido reconocer y aceptar sus capacidades para sobreponerse al dolor de las impotencias. Dios es el eco de nuestros gemidos de dolor. El dolor tiene que exteriorizarse; el artista calma su dolor oyéndolo, objetivándolo; aligera la carga que pesa sobre su corazón al comunicarla a los aires, haciendo de su dolor una esencia universal. Este aire libre del corazón, este misterio expresado, este dolor aními­co alienado, es Dios.[2] Pero a esta mera concepción subjetivista de la religión, para que sea mas consistente le va a dar un sentido objetivo al decir que, esta no es una simple proyección humana en si misma sino que hay influencias de la naturaleza la cual está en mutua implicación con el hombre. El hombre recibe de la naturaleza el material para la religión y así es el fundamen­to de la religión no solamente subjetivo, sino también objetivo (VII, 513).[3] La conciencia de Dios es por tanto producto de la naturaleza en conexión con el hombre. La impresión de esta en el hombre es la que forma en él, el nombre de Dios. Este tiene origen en la naturaleza. La esencia de la religión, es decir, la esencia de Dios no es otra cosa sino la esencia abstracta, purificada e idealizada, del mundo.[4] Esta esencia religiosa, está relacionada, con lo que Cabada dice: fantasía. Es decir lo divino “es la esencia objetivada de la fantasía” donde le mecanismo del deseo es el desencadenante de la experiencia religiosa. “Lo que soy pero deseo eso es mi Dios…el deseo es la esencia misma de la religión” El hombre en su naturaleza tiene el deseo de felicidad, es una llama ardiente que incoa la búsqueda de ser feliz y es ahí donde Dios aparece como ese deseo. Este sentimiento son deseos y aspiraciones no cumplidos en este mundo.. Esta materia generadora es únicamente el ardiente, infinito e indomable deseo de felicidad. Talante humano este que según, él, es infantil y egoísta anclado en la ignorancia que se tiene de las grades capacidades existentes en el hombre. Capacidades que le son atribuidas a Dios, el cual, se hace más grande en la medida que se minimiza al hombre. Cuanto mas vacía es la vida- va a decir- más pleno es Dios. Hasta aquí esta primera parte. Por el contrario la verdadera religión es el hombre que es divino, “el ser sumo es el hombre”[5]. Por eso dice, en cuanto a la inmortalidad, que la única y verdadera inmortalidad es la del género humano en cuanto tal. Y cuado se refiere al sentimiento de dependencia de la naturaleza, éste, es importante en la medida que es el fundamento o base de la religión mas no la esencia, puesto que ésta es el hombre mismo. Ahora bien, este hombre es un hombre comunitario, se da en comunión con los demás donde se promueve un amor del hombre hacia el mismo, “el amor incondicional total del hombre hacia el hombre, el amor que tiene su Dios y su cielo, es la verdadera religión… tener religión es pensar en los demás” por encima de Dios está el amor, la religión está debajo de la ética, esta es la verdadera religión - expresará, puesto que la religión que comúnmente se tiene es un egoísmo sobrenatural Se puede decir que la religión pensada desde Feuerbach es una proyección y una creación del hombre; es algo perteneciente a la infancia de la humanidad; la conciencia de Dios es la autoconciencia del hombre y el auto conocimiento de Dios es el auto conocimiento del hombre; el único sujeto auténtico es el hombre concreto.[6] De tal forma que la ontología de Dios no es más que el hombre en el horizonte de sus imposibilidades. Por eso se preocupa por potenciar al hombre y sus limitaciones. Critica la hipocresía religiosa basada en el teocentrismo; impulsa lo antropológico resaltando el aspecto comunitario del hombre. La religión existente que es la base del sistema moral por la mayoría aceptado es la base de todas las cosas que impide el desarrollo del pensamiento humano. Lo anterior nos muestra la posibilidad de una fe diferente a la común. Es la creencia en el hombre como ser capaz de trascender y encontrar su plenitud configurándose como comunidad humana en la cual pueda desarrollar todo su potencial del cual está dotado con el propósito de establecerse como el centro de la creación. ¿Es esta una concepción atea? Lo es frente al Dios tradicional en concreto al Dios cristiano. No obstante en el fondo se está hablado de la búsqueda de lo absoluto o infinito donde ser del hombre no ha llegado. Ese absoluto, ese máximo, esa plenitud final existe como misterio. Misterio que se le intenta nombrar, unos, como en el caso de nuestro pensador del cual hemos tratado, como el hombre, otros lo entiende desde otra perspectiva dependiendo de la experiencia que hayan tenido tanto a nivel racional objetivo como a nivel de sentimiento u subjetivo.
[1] Cf. Küng H. 1979. ¿Existe Dios? Madrid: Cristiandad. Pág. 773-777. [2] CABADA CASTRO, Manuel. “La autorrealización o liberación humana como crítica de la reli­gión en Feuerbach” capitulo II [3] Ibíd. Pagina 5 [4] Ibíd. Capitulo II [5] Hirscbberger J. Historia de la filosofía II. Herder. Barcelona 1970. Pág. 304-305 [6] Santidrián P, R. Diccionario básico de las religiones. Estella (Navarra) Verbo Divino. २०००

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