viernes, 2 de noviembre de 2007

EL MISTERIO TRINITARIO REVELÁNDOSE EN EL MUNDO Y EN LOS HOMBRES.

Cabe recordar que nuestras reflexiones iniciaron dando un panorama de la comprensión general que la tradición occidental le ha dado al Misterio trinitario. Seguidamente, se hacieron dos reflexiones en torno a laTrinidad intentado matizar en ella el sentido liberador. Y para cerrar, señalamos en este último artículo, basado en los capítulos 8-10 del libro "la Trinidad, la sociedad y la liberación" de Leonardo Boff, que en el fondo, el Misterio Trinitario es la mostración de Dios en el universo, concretamente en el mundo y desde el mundo en la realidad humana, ya sea en forma racional abastraca como lo muestra la tradición, ya sea desde la existencia, entendida esta como Dios inserto en la creación y la vida del hombre. Y lo hacemos partiendo de un repaso de lo que se dijo en el primero, es decir, resaltando la importancia que este Misterio ha tenido para la vida de una gran parte de la humanidad (Gran parte puesto que si bien Dios es universal, la manera de comprenderle desde una perspectiva trinitaria no es universal; el Dios trino es concebido concretamente en la cristiandad) tanto a nivel originario que tiene un sentido doxológico, como racional expresado en la doctrina magisterial de la iglesia- la tradición. Desde ese corto panorama, el interés se centrara en el esfuerzo de hacer ver que Dios es el misterio que ha estado y está revelándose como fuente de esperanza de una humanidad arrojada en el mundo afrontando las situaciones que ella misma ocasiona.
1. La Trinidad en la historia.
El misterio de la santísima Trinidad fue y es de gran interés para la constitución de la fe de gran parte de la humanidad, concretamente el cristianismo. A través del tiempo y tomando como puntos de referencia la historia de salvación, Antiguo y Nuevo testamento, el misterio de Dios se ha hecho parte de la vida de estas personas como esperanza, liberación, castigo, redención y plenificación de vida evidenciada en el reino. Esa es la manera como se cree Dios se ha revelado en el mundo. Pues bien, la revelación de la Trinidad se la ha comprendido en sus orígenes desde la doxología. En otras palabras como la relación cercana y viva con Dios desde una realidad del mundo, desde el acontecer cotidiano. Relación esta que se hace visible en la reverencia y la celebración expresada en la acción de gracias y alabanza a ese Dios cercano, presente en la vida de comunión de los hombres que le buscan. La manera de comprender esta revelación fue propia de las primeras comunidades las cuales aun no estaban expuestas a la necesidad de recurrir a otro recurso para entrar en relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No obstante, a medida que el tiempo avanza, surgen corrientes enfocadas a la desestabilización de esa manera de comprender a Dios y se hace necesario recurrir a un instrumento que permita su defensa, fundamentación y construcción sólida de la fe. Tal camino o recurso es el de la razón. De semejante empresa surgieron grandes tratados teológicos racionales que pretendían acercarse de una manera sistemática y bien fundamentada al misterio de Dios. Lo cual dio como resultado considerables controversias y juiciosos concilios que en torno al asunto se sumergieron en grandes indagaciones de donde se formularon propuestas para una apropiada comprensión del misterio de la Trinidad. Tales esfuerzos dan lugar a una doctrina de fe cuyas bases se levantaron desde la razón. Doctrina de fe compuesta por formulaciones teóricas abstractas de gran profundidad y coherencia argumentativa que concluye de la siguiente afirmación: el misterio de la Santísima Trinidad se comprende como un único Dios en el Padre que engendra, el Hijo engendrado y el Espíritu Santo que es espirado por el Padre junto y a través del Hijo. Y ha sido alrededor de esta gran verdad de fe que los estudios teológicos han realizado grandes profundizaciones en el decurso de la historia.
2. El hombre contempla la Trinidad en su existencia.
El misterio de la Santísima Trinidad ha de ser hoy comprendido desde la realidad existencial del hombre mismo. Pues Dios Padre, Dios hijo, y Dios Espíritu santo se manifiesta en el escenario concreto de la vida de los hombres quines se acercan a tal misterio para dar esperanza, libertad y un amplio horizonte de realización a su existencia. En este sentido “la Trinidad tiene que ver con la vida de cada persona, con su hacer cotidiano en el esfuerzo de dirigir la existencia en la conciencia recta, en el amor y la alegría, en el sufrimiento de la pasión por el mundo y de las tragedias existenciales, tiene que ver con la lucha por denunciar las injusticias sociales y por construir una vivencia mas humana y fraternal, con todos los sacrificios y martirios que supone no raras veces este empeño”[1]. En efecto, el camino donde se encuentra encarnada la Trinidad es el mundo, en la realidad en la cual nos movemos. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo desde la antigüedad eligió a un pueblo por amor y misericordia para darle la libertad y hacerle realidad la esperanza que guardaba en sus vidas. Pueblo en el que se encarna, en la persona del Hijo, para mostrarle el camino que le conduce a la construcción de una sociedad mas justa. No obstante ese encarnarse significó muchas pasiones, muchas tragedias, mucho dolor: sacrificar el hijo del hombre por amor a la misma humanidad, pero también significó sentido pleno de la existencia, alegría, realización, pasión y vida nueva en la resurrección de ese Dios hijo que resucita y se une al Padre en la más tierna filiación de amor que se proyecta en el tiempo por la misma inspiración divina transparentada en Dios Espíritu Santo. Ese misterio revelado en el camino histórico de Jesús y las manifestaciones del Espíritu es un misterio sacramental digno de reverencia sagrada. Reverencia esta que ha de ser la única actitud valida ante el último y supremo ser de nuestra vida. Ser supremo que no es solo de la razón sino que compete también al corazón. Es el misterio ante el cual nos alegramos cantamos y damos gracias, ante el cual nos acercamos y sentimos su presencia vivificadora. “Ese es el misterio de la santísima trinidad. No está fuera de nosotros. Nos rodea por todos los lados, mora dentro de nosotros y nos invita a integrarnos en la comunión eterna de las divinas personas”[2] Es en todo ello, es decir, en la presencia de la Trinidad que es comunión de amor en la realidad de los hombres en quienes promueve la unidad, la justicia, la misericordia, la libertad y el amor, podemos decir que es posible ver la gloria de Dios. Gloria de Dios que es el hombre vivo, redimido, el pobre integrado en la justicia y en su derecho. Ante tal grandeza al hombre no le queda más que alabar y dar gracias a la infinita benevolencia de la Trinidad y saber que tal misterio se ha comunicado y se comunica en el mundo. Alabanza que en ultima instancia se ha de tornar, en lo más profundo des ser del hombre, en forma de mística puesto que ante la presencia del misterio solo el silencio permite la admiración rebosante.
3. Dios dándose en el mundo como Padre, como Hijo y como Espíritu santo.
El Padre se revela en el Hijo a manera de liberación y por el hijo mismo como papá de los hombres. “Jesús se presenta como el revelador del padre….el Padre y yo somos una sola cosa…llama a Dios su propio Padre haciéndose igual a Dios”[3]...Jesús está en el Padre y viceversa. Siendo esto de esa manera, y sabiendo que el Hijo toma forma humana que habito en el mundo para anunciar el reino como forma de liberación de la opresión del pecado entre los hombres y como forma de armonización del hombre mismo con la creación, el Padre es el mundo liberación. Liberación que exalta al humilde y del devuelve el derecho violado y que está en proceso de realización. Y también liberación como ese pacificador que armoniza la creación pues en ella se hace presente la bondad y amor del Dios Padre creador, pues el Hijo que lo revela, lo encuentra en las aves del cielo que no siembran ni cosechan y que son alimentadas por el mismo Padre. Esa dación de Dios en el mundo en un nivel superior ocurre también en los hombres, puesto que por el Hijo revelador del Padre, participamos de esa filiación. Bajo esa condición somos hijos adoptivos de Padre por eso Jesús llama a sus discípulos mis hermanos. Es esa intima relación del Padre con el Hijo, y dado que el Hijo también es hombre, permite la condición de posibilidad de una sociedad de hermanos y hermanas en plena comunión, correspondencia emanada de la máxima expresión de comunión a la que llamamos Trinidad. Trinidad que es esa eterna unidad de amor e interpenetración de vida y de amor entre los tres divinos. Ahora bien, siendo Dios Padre la mostración en el Hijo, por el cual también el hombre es hijo adoptivo, ese Dios Padre también se revela bajo multiplicidad de formas, formas de ser, evidentes en cada persona. Dios Padre así como se revela en Dios hijo, se revela en los hijos adoptivos que son los hombres. Y también en las maravillas de su creación, la cual, está dinamizada por la fuerza del Dios Espíritu Santo. Hablando del hijo se dice, que Él está a lado del Padre... es nacido del Padre antes de todos los siglos…engendrado no creado, consubstancial al Padre que forman un solo Dios. Pero… ¿que tiene que ver esto con nuestro mundo, con nuestra realidad? Lo que sucede es que el Hijo que está identificado con Jesús es revestido de la fuerza liberadora del Padre, fuerza con la que Jesús asume el compromiso del reino. Reino que es una actuación de Dios sobre la creación, la cual, comienza por los más frágiles. Pero Jesús, el Hijo en intimidad con el Padre, actúa con total libertad la cual le permite ser también Hijo en obediencia para asumir su voluntad, proclama ese reino que se traduce como buena nueva para todos y todas. De tal suerte que por el Hijo, Dios se comunica con las criaturas para establecer con estas una relación de comunión y amor misericordioso, justicia, perdón y vida. En tal relación “el Padre quiso que el hombre Jesús de Nazaret, unido hipostáticamente al hijo, por su vida por su práctica y su pasión glorificase infinitamente al Padre y arraigase a la Trinidad en medio de los hombres, de las mujeres y de toda la creación…todas las cosas han sido creadas en el Hijo y este Hijo se ha encarnado…”[4] que con el Espíritu Santo – fuerza de comunión entre el Padre y el Hijo- perpetua la comunión vida en el universo y concretamente en el mundo. Si, Dios se da en el mundo. Y lo hace desde el misterio, al cual el hombre solo puede tener una cercanía. Cercanía traslucida en amor, perdón, misericordia, libertad, justicia, dignidad, vida, salvación….Ahora bien, si podemos creer y comprender que Dios trino se revela bajo esos modos de ser, los cuales están inmersos en nuestra sociedad, es que Dios habita en el hombre y la creación. Pues todos reflejamos esa presencia: cercanía, amor, perdón, misericordia, libertad, justicia, dignidad, vida, salvación, comunión. Y no solo los hombres sino la naturaleza misma de la cual hacen parte. Por eso Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, hoy se muestra como la posibilidad de libertad en una situación de esclavitud que vive la humanidad, Dios nos puede liberar como lo hizo con Israel; hoy se muestra como amor y perdón en medio de tanto odio, amor y perdón como lo hizo Jesús cuando estaba en la cruz, “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”; Dios se muestra hoy como esperanza de justicia y dignidad en medio de tanta opresión, desigualdad, rechazo y egoísmo, tal como lo fue Jesús con los leprosos, endemoniados, prostitutas y enfermos; Dios se torna hoy como comunión de hermanos, en medio de tanto individualismo promovido por el sistema imperante, El Espíritu Santo forjó en los primeros seguidores de Jesús esa vida de unidad que dio origen a la Iglesia comunión. A manera de conclusión podemos insinuar que el Misterio de Dios ha alimentado la dimensión religiosa de hombres y mujeres antepasad@s que nos legaron una tradición de fe bien fudamentada, la cual, es la fuente de donde bebemos quienes pertenecemos a la actualidad, para comprender a ese Dios manantial primero de amor que sigue actuando y dándose hoy, en favor de la integralidad del ser humano y la creación. Los cristianos –pues como dije en un principio, es esta parte de la humanidad la que comparte al Dios trino, sin que ello signifique que Dios es sólo nuestro- hemos de ser consientes de tal realidad. Dios se revela hoy en cada una de las situaciones de cada grupo, cultura y sociedad. La tradición nos enseña que en un tiempo Dios se revelo y le comprendieron desde la fe y la razón. Hoy, Dios sigue haciendo lo mismo, y exhorta al hombre cristiano para que sea conciente de ello, redescubra el misterio y haga un esfuerzo para que crea en el y lo comprenda así como se procedió antaño. Fe y comprensión actualizada aue se convierta en el tiempo venidero como una valiosa herencia para la posteridad.
Javier Rosero.

[1]Boff, L. La Trinidad, la sociedad y la liberación. Madrid 1987. Pág. 194 [2] Ibíd. Pág. 196. [3] Ibíd. Pag. 204-205. [4] Ibíd. Pág. 228 -229.

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